En Limpiezas Especiales Igualada, somos conscientes de la seriedad y complejidad del síndrome de Diógenes. Sabemos que lidiar con una acumulación extrema puede ser tanto abrumador como emocionalmente agotador. Nuestro objetivo es proporcionar la solución profesional y humana que necesita para restaurar la habitabilidad y seguridad de su hogar. Garantía total en Limpieza y vaciado de viviendas por síndrome de Diógenes en Igualada !Contacta ahora¡ Con una vasta experiencia y un equipo altamente capacitado, estamos preparados para enfrentar cualquier reto de limpieza, asegurando resultados excepcionales y una atención personalizada.
El síndrome de Diógenes no solo afecta el entorno físico, sino que también tiene un fuerte impacto en el bienestar emocional de las personas involucradas. En Limpiezas Especiales Igualada, no solo limpiamos; revitalizamos hogares y vidas. Empleamos equipos y productos de alta calidad para desinfectar y esterilizar su vivienda, eliminando riesgos sanitarios y creando un ambiente saludable.
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El síndrome de Diógenes es un desorden comportamental que se distingue por la acumulación descontrolada de objetos y basura, un notable descuido de la higiene personal y del hogar, y el aislamiento social. Quienes sufren este síndrome pueden amontonar desde objetos sin valor hasta residuos orgánicos, resultando en un ambiente insalubre y peligroso.
Impacto del Síndrome de Diógenes
Salud Física: Plagas, infecciones, y riesgo de incendios.
Salud Mental: Aislamiento, estrés, y ansiedad.
Problemes estructuralsEntorno Social: Problemas de convivencia, quejas vecinales, intervención de servicios sociales.
Con frecuencia aparecen en los medios de comunicación noticias que se refieren a ancianos que viven rodeados de basura, en graves condiciones de insalubridad y miseria. Son personas que padecen patrones de conducta irregular caracterizados por el acopio indiscriminado de objetos.
El Síndrome de Diógenes fue descrito ya en el año 1966 por MacMillan y Shaw y denominado así por Clark, Mankikar y Gray en 1975.
Suele aparecer en personas de edad avanzada que generalmente viven solas, y preferentemente en mujeres, aunque esta circunstancia podría explicarse por el desequilibrio entre sexos que se da en la última etapa de la vida.
Dado que no se trata de una definición unívoca sino de situaciones muy diversas, la prevalencia e incidencia de este síndrome aparecen en la literatura científica con cifras muy dispares.
Parecen existir factores predisponentes de este trastorno, como son la soledad, ciertos rasgos de la personalidad acentuados en la edad senil (personas obstinadas, desconfiadas, introvertidas, suspicaces…), acontecimientos traumáticos en la infancia y circunstancias estresantes que aparecen en la vejez (carencia de lazos afectivos, viudedad, pérdida de reconocimiento social y laboral…) Sin embargo, es significativo que curse con independencia del nivel intelectual, económico y cultural de los afectados.
El síndrome de Diógenes no está recogido en las guías diagnósticas como entidad clínica diferenciada, ya que en determinadas ocasiones está asociado a otros desórdenes psiquiátricos o neurológicos (esquizofrenia, depresión, dependencia del alcohol, deterioro cognitivo, etc.)
A grandes rasgos, estos enfermos presentan las siguientes características:
Un trastorno de conducta diferente que sí aparece como categoría clínica diferenciada en los Manuales de Diagnóstico Internacionales es el conocido como Trastorno por Acumulación. Confluye con el Síndrome de Diógenes en ocasionar un problema de insalubridad con el consiguiente riesgo para la salud pública.
Este trastorno fue descrito por Frost y Hartl en 1996. Se señala una prevalencia del mismo de entre el 1.3% y el 5.8% según diferentes estudios.
Los criterios para considerar a una persona acumuladora compulsiva se sintetizan en:
Para los pacientes con trastorno por acumulación todos los objetos tienen un valor intrínseco -sentimental, práctico-, una utilidad. Existe tal apego a sus pertenencias que no se puede desprender de nada, nada se puede tirar.
La adquisición de manera compulsiva (recabando en la calle o comprando) añadido al hecho de no tirar nada, termina ocupando prácticamente todo el espacio de su vivienda, lo que impide el uso al que estaban destinadas las estancias de su domicilio. Almacenan un “mar de cosas” sin objeto.
Un caso especial son los acumuladores de animales de compañía, fundamentalmente perros y/o gatos, en un número desproporcionado y habitualmente en malas condiciones higiénico-sanitarias, conocido en la literatura científica como Síndrome de Noé. Esta situación incrementa el nivel de insalubridad de la vivienda.
Las causas de estos trastornos son desconocidas. Así como en el Síndrome de Diógenes se acredita un trastorno mental en la mitad de los casos, en el trastorno por acumulación se señalan factores genéticos y neurocognitivos predisponentes.
Tanto el caso de Síndrome de Diógenes como el descrito como Trastorno por Acumulación pueden provocar daños estructurales en los espacios que habitan los afectados, dependiendo de la cantidad y el tipo de material acumulado. Además, suponen un riesgo de incendio y un peligro para la salud pública, favoreciendo también la proliferación de insectos y roedores, máxime cuando estas personas además de “atesorar” basura conviven en ocasiones con un número excesivo de animales, a los que tampoco mantienen en adecuadas condiciones ni prestan la atención debida.
Un caso diferente de los dos cuadros anteriores es el coleccionismo. Aquí se individualiza cada objeto, se organizan por categorías y pueden alcanzar un determinado valor económico, aparte del sentimental. A veces puede desembocar en un trastorno adictivo con consecuencias para la salud del coleccionista.
El tratamiento debe contemplar diversos aspectos. Es fundamental la prevención y detección de casos de riesgo, establecer un diagnóstico correcto, asegurar una adecuada atención geriátrica y mejorar las coberturas sociales. Para ello es preciso abordarlo de un modo integral e interdisciplinar, lo que implica la coordinación de actuaciones entre los distintos niveles y estamentos de intervención: familia y entorno vecinal, servicios sanitarios y sociales, cuerpos de seguridad y emergencias, instancias judiciales, organismos de tutela, redes de apoyo social, etc.
Hay que insistir en que la gravedad y complejidad del problema requieren aunar esfuerzos para mejorar la atención y la calidad de vida de los mayores que viven en soledad, sobre todo teniendo en cuenta que el envejecimiento de la población y la situación de los ancianos en nuestra sociedad hacen pensar en un previsible aumento de estos casos.
Saneamiento de viviendas
Como ya se ha indicado, cuando se produce una excesiva acumulación de basura y enseres en una vivienda, además de suponer un riesgo para la salud de su/s residentes, se puede ocasionar un importante problema de salud comunitaria, en especial para los vecinos del inmueble.
En este contexto, desde las administraciones sanitarias se insta a la realización de la retirada de basura y/o enseres, así como a la limpieza y desinfección, en su caso también desodorización, de las estancias para evitar los riesgos de salud mencionados, que pueden relacionarse con problemas de seguridad estructural del inmueble, proliferación de vectores e infecciones por causa de insalubridad.
Cuando se pasa de un problema de salud individual a un problema colectivo, por parte de las administraciones competentes en materia de salud pública se deben establecer actuaciones/procedimientos para disminuir estos riesgos y proteger la salud de residentes y vecinos. Con este objetivo, ante denuncias de este tipo de situaciones, se realizan las actuaciones al respecto del saneamiento para que sea llevado a cabo bien por el causante de este problema o, en su caso, ejecutado desde la propia Administración en aras del mantenimiento de la salud pública.
Desde Madrid Salud, en concreto desde el Departamento de Salud Ambiental, se articulan estas actuaciones de verificación de situaciones de insalubridad en viviendas y, si es preciso, se coordinan las labores de retirada de residuos, limpieza y desinfección/desodorización.
Bienvenidos una vez más, queridos amantes del misterio, el terror y lo oculto a mi pequeño rinconcito de Internet. Esta semana por fin ha salido el tema de personajes interesantes y nada podría hacerme más feliz. ¿Por qué? Pues porque hace mucho que quería hablar de los hermanos Collyer, un par de excéntricos que causaron sensación en Manhattan a principios del siglo XX por su comportamiento extraño y antisocial, que sufrieron un triste y deslustrado final. Coged vuestros equipos de excavación, linternas y picos porque vamos a inspeccionar la azarosa vida de los hermanos Collyer. Homer Lusk Collyer y su hermano Langley Collyer nacieron a finales del s.XIX, hijos del Doctor Herman L. Collyer y su mujer Susie Gage Frost, en Manhattan, Nueva York. Él era ginecólogo y ella era cantante de ópera. Además, Herman y Susie eran primos así que ¿qué podía salir mal? Muchas cosas. Digamos que los hermanos Collyer ya tenían algo de desventaja antes de nacer por eso de compartir demasiados apellidos (que oye, si vosotros salís con vuestros primos, que sepáis que no juzgo), aunque en apariencia esto no les había afectado en temas de salud, y de que su padre era un excéntrico y todo se hereda. ¿Qué a qué me refiero con excéntrico? Pues a que era raro de cojones. Herman trabajaba en un hospital en la actual isla Roosevelt y para ir allí, en vez de coger el ferry, o el puente colgante o lo que quiera Dios que hubiese para pasar de un lado a otro, se cruzaba todas las mañanas media ciudad con una canoa al hombro. Con el tiempo Herman comenzó a vivir separado de su mujer e hijos, pero era demasiado tarde. La rareza se había pegado y ellos nunca olvidarían las costumbres náuticas de su padre, entre otras cosas. Con el tiempo, los chavales crecieron. Homer se graduó en derecho y Langley se consideraba a sí mismo una especie de inventor. Como todos sabemos, la gente que se considera inventor no suele ser en absoluto extraña. Y para ser sinceros, al principio nada apuntaba que fuesen personas peculiares. Sus padres habían muerto en los años veinte, pero este suceso no parecía haberles afectado de una forma trágica, ni nada parecido. Hacían una vida bastante normal, participando en las actividades del barrio, yendo al trabajo… Lo típico, vaya. Lo que realmente hizo que todo se fuese bastante al cagarro fue la enfermedad visual de Homer. En 1933, Homer perdió la vista por culpa de una hermorragia en la parte trasera de sus ojos (disculpad mi desconocimiento de la jerga médica) y comenzó a recluirse en su casa. Langley, que siempre había adorado a su hermano dejó su trabajo de afinador de pianos y se quedó para cuidarle. Vale, es una putada quedarte ciego a principios del siglo XX. Ni la sociedad estaba tan concienciada como ahora con las discapacidades, ni existían los cuidados médicos de hoy en día. Pero tampoco es como si fueran unos muertos de hambre. De hecho vivían en una especie de mansionzuela, prácticamente un bloque entero de pisos para ellos solos. Y diréis, Sheila, “tú odias salir a la calle, no nos seas hipócrita”. Eh, eh, vale. Tenéis razón: odio salir a la calle. ¿Pero sabéis qué? Aun así salgo y mi casa no es un vertedero. Pero me estoy adelantando a los acontecimientos. El caso es que Homer se recluyó por su falta de vista y Langley se quedó para cuidarlo. Langley era un hermano dedicado. Le leía a su hermano libros para que no se aburriera, se ocupaba de sus necesidades básicas y estaba estudiando la forma de curarle. Comenzó a acumular periódicos para que Homer pudiese leerlos cuando recuperase la vista. Pero nunca la recuperó y ambos fueron saliendo a la calle cada vez menos y menos hasta convertirse en una especie de mito urbano entre sus vecinos. Estos decían que los hermanos Collyer vivían entre lujos, riquezas y tesoros de mataporculo y no era raro que los adolescentes intentasen colarse dentro de la mansión para ver qué narices había dentro. Una periodista un tanto garrula no ayudó en absoluto, al publicar un artículo diciendo que estaban forrados y esas cosas. Este clima enrarecido y el aumento de la inmigración en el barrio (que antes había sido de clase bastante alta, por si no os había quedado claro), hicieron que a Langley no le gustase salir ni a por el pan. Después de que unos críos le rompieran la ventana a pedradas, directamente pasó a salir a comprar solo por la noche, cruzando de punta a punta la ciudad para poder comprar a esas intempestivas horas. Un poco como su padre con la bendita canoa. Ah, y también tapió todas las puertas y ventanas de su casa, además de llenar toda su casa de trampas mortales. Casi se me olvida. Langley estaba convencido de que cualquier día entrarían a robar sus preciadas posesiones y convirtió la casa en un auténtico laberinto. ¿Cómo? Pues resulta que sus preciadas posesiones eran, en realidad, un montón de basura, literalmente. Los hermanos muy probablemente padecían de trastorno de acumulación compulsiva. Las personas que padecen esta enfermedad se sienten incapaces de tirar nada (por muy usado o deteriorado que esté) y van acumulando más y más objetos hasta que sus casas se convierten en intransitables. E intransitable era la mansión de los Collyer. Como ya he dicho, Langley había construido un auténtico laberinto con todas las cosas que habían ido acumulando, dejando entre medias unos pequeños espacios a modo de nido, en los que se podía medio vivir. Además todo el recorrido estaba lleno de trampas diseñadas para matar. Alrededor de 1939, les cortaron la luz, el gas y el teléfono debido a impagos, pero a los hermanos no les importó. Llevaban casi once años sin usarlos y no, esto no era lo normal para alguien de clase alta en la época. Un par de años después el banco intentó embargarles la casa, una vez más por impago. Langley salió y les soltó en la cara los 6.700 $ que les faltaban por pagar. Eso era un pastizal para la época. Hay que decir que este momento me parece grandioso. Imaginaos que os vienen a embargar, salís con toda la pasta y se la tiráis a la cara a los del banco en plan “dejadme en paz”. Pero claro, todas estas movidas hicieron que los agentes de la ley se preocupasen. Hacía mucho que no se veía a Homer… Bueno a ninguno de los dos se les veía mucho, pero a Homer en concreto, menos. Y claro estaban preocupados porque igual había muerto o yo qué sé. Un sargento fue a comprobar que estaba bien y, para sorpresa de todos, Langley le dejó pasar y le guio a través del mierdilaberinto durante casi media horaza. Homer estaba bien, pero un tanto hasta los huevos de que se metieran en su vida. Los problemas económicos volvieron pronto. Hacienda se metió en el ajo por impago de impuestos (porque nadie podía ni quería dejar vivir a estos dos en paz) y puso la casa a nombre del estado. Pusieron el edificio en subasta, pero nadie lo quiso porque estaba hecho una mierda. Es lo que tiene no cuidar tu casa y llenarla de basura durante decenios. Poco después tuvieron que ir a juicio por que la ciudad quería unas tierras que ellos poseían para hacer calles y esas cosas típicas de las ciudades. Langley apareció en el juicio vestido con ropa de hacía treinta años, como si no supiese que había pasado el tiempo, y al final les quitaron los terruños por cuatro perras. Esta fue la última vez que se vio a alguno de los dos con vida. En 1947 alguien llamó a la policía diciendo que la casa olía a muerto. Literalmente. La policía fue a investigar y esta vez no se contentaron con llamar a la puerta sino que empezaron a echar la puerta abajo con barras de acero, hachas y demás parafernalia. Pronto se dieron cuenta de que no tenían mucho que hacer ante la montaña de cosas acumulada e intentaron acceder por el tejado y por ventanas de los pisos superiores. Tardaron horas en acceder pero cuando por fin lo consiguieron, entraron y, efectivamente, encontraron un cadáver… el de un ladrón que se había quedado atrapado en las trampas de Langley. Por desgracia, también encontraron a los hermanos muertos. Langley, había muerto atrapado en una de sus propias trampas, aplastado bajo multitud de cosas, intentando llegar desesperadamente a donde estaba su hermano, al que siempre había querido con locura. A tan solo unos metros de distancia, pero separados por muros y muros de objetos y basura, estaba Homer. Homer había muerto después que su hermano, sentado en un sillón, ciego, solo, por hambre y deshidratación. Solo Dios sabe cuánto tiempo tuvo que estar escuchando los estertores de su hermano, sabiendo que necesitaba ayuda, pero sin poder hacer nada… Como curiosidad, la policía tardó más de tres semanas en desmontar el laberinto y limpiar el edificio y sacaron más de 103 toneladas de basura. Entre los objetos había multitud de periódicos viejos, libros, colecciones de cuadros y estatuas, un coche desmontado, estatuas, latas, colecciones de medicina de Herman Collyer, carritos de bebés e infinidad de curiosidades. Los hermanos se han convertido en todo un mito con el tiempo y se discute si eran personas enfermas o gente que quería vivir a su modo, pero que se vio forzada a recluirse ante las presiones de la sociedad para obligarles a aceptar un modo de vida que ellos no querían. El edificio en el que vivían fue derruido y a día de hoy en su lugar hay un pequeño parque conmemorativo. Aquí Sheila, reportando para todos vosotros las historias más increíbles, los fenómenos más extraños y las cosas que nadie quiere que sepáis.LA EXTRAÑA VIDA DE LOS HERMANOS COLLYER
Por Katharine Anne Phillips, MD, Weill Cornell Medical College;
En el trastorno por acumulación, la persona tiene de forma persistente tanta dificultad para descartar sus posesiones o separarse de ellas que los objetos se acumulan, inutilizando algunas zonas de uso diario para su cometido normal.
A diferencia de los coleccionistas, la persona acumula objetos de una manera desorganizada y tiene dificultades para desprenderse de cosas de poco valor.
Los médicos diagnostican la enfermedad cuando la persona acumula demasiadas posesiones, tiene grandes dificultades para desprenderse de ellas y está significativamente angustiada por la acumulación o bien esta le incapacita para funcionar con normalidad.
La terapia cognitivo-conductual y ciertos medicamentos pueden ayudar.
Los síntomas de acumulación comienzan en la adolescencia. El trastorno puede ser leve al principio, pero puede empeorar gradualmente a medida que la persona se hace mayor, causando importantes problemas a los treinta y tantos años de edad. Se cree que este trastorno afecta a entre el 2 y el 6% de las personas. Es igualmente frecuente en mujeres y hombres.
La persona con trastorno por acaparamiento tiene una fuerte necesidad de adquirir y guardar objetos y se siente muy angustiada cuando se ve obligada a desprenderse de ellos e incluso, simplemente, por el hecho de pensar en separarse de ellos. La persona no dispone de suficiente espacio para dar cabida a todos los objetos que acumula. Las habitaciones están tan llenas y desordenadas que no se pueden usar, salvo para almacenar objetos acumulados. Por ejemplo, pilas de periódicos acumulados pueden llenar el fregadero y cubrir las encimeras, los fogones y el suelo de la cocina, de manera que esta no se puede usar para preparar la comida.
La acumulación suele afectar negativamente a la capacidad de la persona para funcionar en el hogar e incluso en el trabajo y en la escuela. Por ejemplo, puede que los afectados por trastorno por acumulación no permitan la entrada en su casa de otras personas, incluyendo miembros de la familia, amigos y personal técnico, porque están avergonzados por el desorden. Los objetos acumulados pueden constituir un riesgo de incendio y un peligro para la seguridad y el hogar puede llegar a estar infestado con plagas. Algunas personas se dan cuenta de que la acumulación es un problema, pero muchas no lo hacen.
En la acumulación de animales, las personas acumulan más animales como mascotas de los que pueden albergar, alimentar o proporcionar atención veterinaria. Permite que los animales vivan en condiciones insalubres. A menudo, hay superpoblación de animales y estos pierden peso y/o enferman. Sin embargo, muchas personas con este trastorno no reconocen que no están cuidando de forma adecuada a los animales. Los acumuladores de animales están muy apegados a sus mascotas y no quieren abandonarlas.
Sin tratamiento, los síntomas generalmente continúan durante toda la vida, con pocos cambios o ninguno.
Evaluación de un médico, en base a criterios diagnósticos psiquiátricos específicos
Los médicos distinguen el trastorno por acumulación de la acumulación temporal de objetos y el desorden (por ejemplo, cuando se hereda una propiedad) porque en el primer caso la acumulación persiste. Se diferencia del coleccionismo de objetos (como libros o figuritas) porque la acumulación, a diferencia del coleccionismo, es desorganizada e interfiere con la capacidad de la persona para utilizar las habitaciones desordenadas.
Los médicos diagnostican un trastorno por acumulación cuando
La persona afectada presenta de forma constante dificultades para descartar o separarse de sus posesiones, con independencia de su valor real.
La persona afectada guarda las cosas principalmente porque siente que debe hacerlo, con independencia del valor de la cosa en sí.
Las posesiones acumuladas congestionan y abarrotan las zonas de vida activa (no los sótanos o las áreas de almacenaje) y afectan al uso de estas zonas para el propósito previsto.
La persona afectada se siente muy angustiada por la idea de desechar cualquiera de sus posesiones y/o tener menos capacidad para funcionar (por ejemplo, en el trabajo, con su familia o con amigos) a causa de la acumulación.
Terapia cognitivo-conductual
Algunos antidepresivos
Por lo general, el primer tratamiento que se prueba es la terapia cognitivo-conductual que se centra específicamente en el trastorno por acumulación. Por ejemplo, los médicos pueden tratar de ayudar a las personas afectadas a desechar artículos, abstenerse de adquirir nuevas posesiones (si la adquisición excesiva es un problema) y mejorar la toma de decisiones.
Muchas personas no están dispuestas a dejar de acumular, por tanto es posible que los médicos deban utilizar técnicas de motivación para ayudarles a participar en el tratamiento.
El tratamiento con inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS, un tipo de antidepresivo) puede ayudar a algunas personas, pero en general los ISRS son más eficaces en personas que también sufren otros trastornos psiquiátricos (por ejemplo, trastornos de ansiedad).
La sentencia 589/2021, 8 de septiembre, ha sido dictada por el Pleno de la Sala de lo Civil. El protagonista de la misma es un hombre de 71 años que padece el síndrome de Diógenes. Foto: AVENE SALUD.
El Tribunal Supremo ha acordado medidas de apoyo asistencial para un hombre de 71 años, residente en Asturias, que padece un trastorno de la personalidad que le lleva a recoger y acumular basura de forma obsesiva, síndrome de Diógenes.
La Sala de lo Civil suprime la incapacitación judicial del hombre que ordenó en 2019 el juzgado de Primera Instancia 9 de Oviedo -y ratificó la Audiencia Provincial- por la que se otorgó al Principado de Asturias su tutela.
En su lugar, el tribunal acuerda la designación de curador para el ejercicio de las medidas de apoyo al servicio competente del Principado de Asturias y su revisión cada seis meses.
El curador es una persona designada para complementar la capacidad de obrar de otra, que presenta ciertas limitaciones, en determinados actos jurídicos, como es este caso.
De esta forma, el Pleno de la Sala de lo Civil en la sentencia 589/2021, 8 de septiembre, con ponencia de Ignacio Sancho Gargallo, aplica por primera vez la Ley 8/2021, de 2 de junio, por la que se reforma la legislación civil y procesal para el apoyo a las personas con discapacidad en el ejercicio de su capacidad jurídica.
Las medidas de apoyo consisten en que la entidad curadora realice los servicios de limpieza y orden de su casa y asegure la efectiva atención médico-asistencial en lo que respecta al trastorno que padece.
De esta manera, el Pleno estima en parte el recurso de casación interpuesto por el hombre contra la sentencia de la Audiencia Provincial de Asturias que avaló la resolución del juzgado de Primera Instancia 9 de Oviedo que en 2019 modificó su capacidad de obrar.
El Supremo recuerda que la Ley 8/2021, de 2 de junio, «constituye una profunda reforma del tratamiento civil y procesal de la capacidad de las personas, que pretende incorporar las exigencias del artículo 12 de la Convención de Nueva York, de 13 de diciembre de 2006″.
«La reforma suprime la declaración de incapacidad y se centra en la provisión de los apoyos necesarios que una persona con discapacidad pueda precisar».
Por tanto, subraya, «el anterior régimen de guarda legal (tutela y la curatela), para quienes precisan el apoyo de modo continuado, ha sido reemplazado por la curatela, cuyo contenido y extensión debe ser precisado por la resolución judicial».
«Conviene no perder de vista que en el enjuiciamiento de esta materia (antes la incapacitación y tutela, ahora la provisión judicial de apoyos) no rigen los principios dispositivo y de aportación de parte. Son procedimientos flexibles, en los que prima que pueda adoptarse la resolución más acorde con las necesidades de la persona con discapacidad y conforme a los principios de la Convención».
Más allá de la aplicación de la regulación legal sobre la provisión de las medidas, el Supremo considera que «la denominación ‘curatela’ no aporta información precisa sobre el contenido de las medidas de apoyo y su alcance»
Y ello, explica, porque «el contenido de la curatela puede llegar a ser muy amplio, desde la simple y puntual asistencia para una actividad diaria, hasta la representación, en supuestos excepcionales. Es el juez quien debe precisar este contenido en la resolución que acuerde o modifique las medidas».
En la resolución, el Supremo suprime la modificación del juzgado de la capacidad, ya que tras la reforma desaparece cualquier declaración judicial de modificación de capacidad.
En cuanto a la tutela, es sustituida por la curatela. Sobre ello, explica que «en principio, el ejercicio de esta función de apoyo no requiere que la curadora asuma funciones de representación, si no es para asegurar la prestación de los servicios asistenciales y de cuidado personal cuando no exista la anuencia del interesado».
Sostiene que «no intervenir en estos casos, bajo la excusa del respeto a la voluntad manifestada en contra de la persona afectada, sería una crueldad social, abandonar a su desgracia a quien por efecto directo de un trastorno (mental) no es consciente del proceso de degradación personal que sufre».
Agrega que «en el fondo, la provisión del apoyo en estos casos encierra un juicio o valoración de que si esta persona no estuviera afectada por este trastorno patológico, estaría de acuerdo en evitar o paliar esa degradación personal».
En consecuencia, estima en parte el recurso de casación, deja sin efecto la declaración de modificación de capacidad, sustituye la tutela por la curatela y confirma el contenido de las medidas de apoyo.
Optar por una limpieza profesional en situaciones de síndrome de Diógenes es esencial para devolver la habitabilidad de la vivienda y proteger la salud de las personas implicadas.
A continuación, detallamos los riesgos asociados con la acumulación descontrolada y los beneficios que una intervención profesional puede aportar.
La acumulación descontrolada de objetos y basura puede tener serias consecuencias, incluyendo:
Proliferación de Plagas: Insectos y Roedores
La acumulación de residuos y alimentos podridos fomenta la aparición de plagas como insectos y roedores. Estas plagas no solo son una molestia, sino que también pueden ser portadoras de enfermedades graves transmitidas por sus excrementos, orina y mordeduras.
Contaminación: Patógenos y Bacterias
Un ambiente sucio y lleno de desechos orgánicos es un caldo de cultivo para patógenos y bacterias. Estos patógenos pueden causar infecciones serias, como enfermedades respiratorias, infecciones cutáneas y enfermedades digestivas. La exposición continua a estos patógenos incrementa el riesgo de enfermedades crónicas y disminuye la calidad de vida.
Problemas en la Estructura: Deterioro de la Vivienda
La acumulación de objetos pesados y basura puede causar daños estructurales a la vivienda.
Contratar una limpieza profesional brinda múltiples beneficios, tanto inmediatos como a largo plazo:
Recuperación de la habitabilidad
Una limpieza profesional permite la recuperación del espacio para vivir de manera segura y cómoda. Los expertos en limpieza de síndrome de Diógenes están capacitados para manejar situaciones extremas, asegurando que la vivienda sea limpiada de manera exhaustiva y eficiente. Esto incluye la eliminación de todos los residuos, desinfección de superficies y restauración de áreas dañadas, devolviendo la funcionalidad y habitabilidad al hogar.
Mejora de la salud y bienestar
La eliminación de plagas y patógenos es vital para mejorar la salud de los residentes de la vivienda. Al limpiar y desinfectar adecuadamente, se eliminan los riesgos de infecciones y enfermedades relacionadas con la acumulación de basura. Además, un entorno limpio y ordenado tiene un impacto positivo en el bienestar mental, reduciendo el estrés y la ansiedad provocados por vivir en un ambiente insalubre.
Prevención de nuevos problemas
Los servicios profesionales de limpieza no solo abordan el problema actual, sino que también implementan medidas preventivas para evitar recurrencias. Esto puede abarcar asesoramiento sobre mantenimiento del hogar, estrategias de organización y gestión de residuos, y apoyo psicológico para tratar las conductas subyacentes del síndrome de Diógenes.
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En Limpiezas Especiales Igualada, somos expertos en abordar situaciones de limpieza extrema, incluyendo el síndrome de Diógenes. Nuestros servicios incluyen:
Utilizamos tratamientos avanzados para eliminar bacterias y hongos, garantizando un ambiente seguro y saludable. Esto incluye el uso de productos específicos y maquinaria especializada. Nuestros tratamientos son eficaces contra una amplia gama de patógenos, lo que garantiza que su hogar esté libre de cualquier riesgo biológico.
Brindamos servicios de vaciado total o parcial, retirando muebles, enseres y desechos acumulados de acuerdo a lo requerido por el cliente. Nos ocupamos de todo el proceso de vaciado, incluyendo la clasificación de objetos y su correcta disposición final, siempre respetando las normativas medioambientales.
Nosotros reparamos suelos, muebles y paredes dañadas, devolviendo la funcionalidad y la estética a la vivienda. Este servicio es esencial para restablecer la habitabilidad y seguridad del hogar.
Brindamos apoyo psicológico a las personas afectadas y sus familiares, ayudándoles a superar el trauma del síndrome de Diógenes. Este apoyo es crucial para una recuperación completa y efectiva
Además, ofrecemos opciones personalizadas para adaptarnos a las necesidades específicas de cada cliente, asegurando una solución a medida para cada situación.
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Limpieza de baños
Nuestro proceso de limpieza está diseñado para ser eficiente y efectivo, asegurando la eliminación de todos los riesgos asociados.
Primera evaluación
Nuestro grupo efectúa una evaluación detallada del riesgo y el alcance del problema antes de comenzar la limpieza. Esto comprende una inspección exhaustiva para definir la mejor estrategia.
Separación y eliminación de artículos
Adoptamos un procedimiento estructurado de clasificación y eliminación para garantizar una limpieza completa y eficiente. Los artículos se clasifican en reutilizables y desechables, gestionándolos según las normativas de seguridad.
Aseo y desinfección
Realizamos una limpieza a fondo de todas las superficies, desinfección de áreas contaminadas y eliminación de plagas. Esto incluye el uso de productos desinfectantes y maquinaria especializada.
Evaluación del riesgo y planificación
Clasificación de artículos
Eliminación de voluminosos y basura
Limpieza profunda y desinfección
Restauración y reparación
Rehabilitación final
Después de la limpieza, realizamos reformas y pintura para la rehabilitación completa de la vivienda. Este paso asegura que el espacio no solo esté limpio sino también agradable y funcional.
Asesoramiento personalizado: Habla con nuestros expertos y encuentra la mejor solución para tu situación.
Soluciones Rápidas y Efectivas: Restaura tu hogar con nuestros servicios profesionales.
Limpieza y vaciado de viviendas por síndrome de Diógenes en Vilafranca del Penedès
Solicitud de presupuestos
Para obtener un presupuesto, puede rellenar nuestro formulario en línea y enviar fotos o videos de la vivienda para una evaluación precisa. Este proceso permite una cotización rápida y precisa.
Asesoramiento y consulta
Proporcionamos consultas sin compromiso y asesoramiento sobre servicios sociales adicionales. Esto incluye orientación sobre recursos disponibles para apoyar a las personas afectadas.
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La limpieza profesional es esencial para garantizar la salud y el bienestar de las personas afectadas por el síndrome de Diógenes.
Invitamos a los lectores a contactar con Limpiezas Especiales para recibir ayuda y un presupuesto personalizado. No demores más en recuperar la habitabilidad y seguridad de tu hogar.
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